En estos momentos de incertidumbre en que se puede considerar prioritario aprovechar el tiempo que en verdad es oro, viviendo en la situación actual de nuestra querida España la falta de gobierno, se traduce en una inseguridad de cara a entender por qué en el ámbito político, deja transcurrir las jornadas con fiesta mediante y se queda tan ancho.
Siendo como es una necesidad, poner fecha y hora de la esperada sesión de investidura nos atrevemos a criticar a este gobierno en funciones incapaz de desarrollar alguna solución garantista de un país en busca de su estado del bienestar.
La función de la casta política se nos antoja difícil cuanto menos. El hecho de tener un gobierno en funciones no soluciona la problemática candente y preocupante de presentar en tiempo y forma los Presupuestos del Estado (el tiempo apremia, y Europa exige unas condiciones) pero la Diputación Permanente… (Esto es el órgano con capacidad de cumplir los servicios mínimos de un gobierno provisional) no tiene capacidad por no ser competencia suya: la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado.
No quiero mostrarme pesimista pero no encuentro manera concreta de gozar como ciudadana, como electora de unos representantes capaces de dialogar, consensuar y gobernar.
Lo que resultaría casi pecaminoso sería la vuelta a convocar unas ya terceras elecciones.
Lo que creo podrá ser un camino abierto a la realidad, pasa por la necesidad de modificar la Constitución Española, de buscar una forma política nueva de entender la política.
Quizás una reunión de todos los partidos ideológicos y la búsqueda de un consenso, de una salida, nos llevarían por un lado a evitar una manifestación multitudinaria inevitable, enarbolando pancartas contra la irreflexión e irresponsabilidad de los políticos, por otro lado resolver la problemática de un gobierno que no llega, pero que busca obtener alguna solución aprovechando el vacío legal de una circunstancia que dé como solución saltarse el artículo 99 de la Constitución: artículo que desarrolla el procedimiento para la investidura de un presidente que ha de ser nombrado por el Rey. Puede ser que esto sólo sea una idea absurda… pero podría servir para encontrar nuevas circunstancias o nuevas condiciones. Derogar o modificar dicho artículo a través de la Diputación Permanente, reunirse el gobierno en funciones y tratar de dar una salida legal a dicha problemática incluso si quieren a través de la convocatoria de un referéndum.
Así queremos dejar claro que la insatisfacción de unas terceras elecciones puede provocar la ira y desesperación de un pueblo que ha optado por unos representantes que parecieran incapaces de actuar con madurez y desarrollar por sí mismos un gobierno válido. Así pues aunque se hayan tomado sus días de asueto en el fragor de la batalla política, la solución si no se acerca a un consenso quizás hayamos de acudir a la reforma constitucional de un artículo que no soluciona con facilidad la situación de unos gobernantes cuyo ideario muestra los distintas directrices políticas.
Esperamos en este miércoles (día 17 de agosto) la respuesta de la Comisión Ejecutiva del gobierno en funciones frente a seis condiciones planteadas por el partido Ciudadanos referentes a la corrupción y a la reforma electoral.
Falta capacidad de acuerdo y pero además se deberían poner en tela de juicio otros puntos como los doscientos que pusieron en común Ciudadanos y PSOE que buscaban la consolidación de un gobierno dialogante, maduro y vocacional que hiciese de los políticos personas responsables y capaces de representar al pueblo que le ha dado su confianza.
Es cuestión de discusiones, de soluciones, de evitar la controversia y de acertar a elegir tecnócratas que faciliten la realidad del panorama político que se muestra como un camino tortuoso pero por el que estamos obligados a caminar en pos de una Soberanía Parlamentaria que solicite el diálogo de la democracia.
Estamos en un momento interesante en que la historia política puede volverse en contra de sí misma… quizás sea el momento de reformar la Constitución Española de facilitar el tráfico de ideas, soluciones y finalmente estar atento, en el espacio público, a los medios de comunicación que se manifiestan como la oposición más crítica frente a unos demagogos poco claros.