En Navidad celebramos con boato y gozo el nacimiento del niño Emmanuel, (Dios con nosotros).
Si hay alguna experiencia que llena de verdad a la humanidad y todo lo que le rodea en forma de seres… (Vegetales, animales, y ¿los objetos o seres inertes?) Pareciera ser que la capacidad de vivir, la llegada al mundo de un vástago que independientemente de su filiación y de su paternidad o maternidad, se nos muestra como uno más, sólo puede ser un ser vivo… ¿Qué hay de los inventos y productos que nos hacen vivir mejor, adaptarnos a la sociedad del bienestar? Aun sin corazón lo podemos querer lejos de lo que implica usura.
El nuevo nacido tiene un mundo en el que éste se encuentra protegido hasta su realización como persona madura y persona, “hecha y derecha”.
El amor nos lleva a la procreación como una necesidad de lo humano y lo divino, para que la humanidad siga el sendero de su existencia.
En estas fechas tan emotivas y familiares hacemos examen de conciencia para atisbar la emoción en el corazón haciendo un “hueco” a nuestro lado, para cualquiera que llegue, esto es, disponer un nuevo sitio para todos los que nacerán este año, los que nacieron con antelación y los que posteriormente también vendrán al mundo. Cuando el instinto maternal no se manifiesta, como naturalmente tendría que ocurrir siempre queda el consuelo de pensar que aunque no cuides de los propios hijos, tienes otras posibilidades de vivir la materialización de ser madre, que te puede llevar a reflexionar…hasta donde llega el conocimiento del rol de educadora, tía… o bien aplicar la necesidad de ese instinto proyectada en tu propio entendimiento.
La ilusión de formar parte del mundo humano, se antoja una actuación de entrañables sentimientos, en que estos días que vienen de Navidad florecen o aparecen a flor de piel. El verdadero amor manifestado de padres a hijos. Pero no sólo los progenitores gozan de los nacidos, también los educadores, la sanidad, las ayudas sociales frente a los más problemáticos, sus libertades, derechos y deberes fundamentales le llevan a sentir que forma parte de un estrato social, sobre el que se apoya de un estrato social sobre el que se apoya todo su sentimiento de vida.
Cuando “natura” no nos permite tener hijos buscamos otra forma de desarrollar la capacidad material que sin saber cómo ni porqué fluye en cada mujer tarde o temprano.
Ser madre es lo más maravilloso del mundo, cuestión que afecta a ciertas partes de la población. Este fin de semana que viene celebramos el nacimiento del Niño Jesús. No debemos desmoralizarnos si no podemos tener la experiencia de ser padre o madre, viviremos el espíritu de ser madre como una manifestación literaria, que nos lleva a considerar los escrito, como hijos de una autora o escribiente que crea y recrea textos, relatos, cuentos… con intención de ver si algún día, sus humildes creaciones son entendidos por algún lector atento.
El nacimiento de un hijo, hermano, sobrino… y el nacimiento del Niño Jesús es un momento en que preparar para su llegada, sobretodo internamente… seguimos el cristianismo esa venida de Jesús, y por otro lado son nueve los meses de estado de “buena esperanza”, tiempo tanto de año litúrgico (durante el año litúrgico celebramos el adviento… durante el embarazo preparamos ropitas y otros útiles precisos).
Tenemos suerte y socialmente la paternidad según las últimas noticias, irá acompañada de una licencia no de quince días sino de cuatro semanas. (medida loable y gratrificante)
Si el hombre y la mujer viven por y para sus críos, la conciliación de la vida personal y laboral es necesidad “sine qua non” para traer hijos al mundo
Ahora la excusa para el amor está en el límite que presentan las gestaciones de fetos o la utilización de los anticonceptivos.
Las familias ahora son diferentes: pasamos de clanes con hijos más de cuatro o cinco, frente a la situación actual en que dos hijos son lo normal y tres ya se considera familia numerosa.
No sabemos si es mejor una cosa que otra. Como antes ocurría la llegada al mundo de los hijos son una bendición de Dios pero hoy la planificación familiar hace que los hijos sean deseados, lo cual está bien.
Quizás la necesidad sexual se amplía a nuevos sentimientos… pero ¡Cómo me gustan los “chapados a la antigua” que no interfieren y dejan que los hijos sean recibidos cuando Dios quiera.
Estas navidades nuestra buena esperanza partirá por reconciliar nuestra necesidad de comunicación con los nuevos escritos ya sean estos entendidos como parte integrante de nuestra creación. Señalar que no podemos dejar de sentir gran admiración por Antonio Gala el poeta que considera a sus obras “como hijos”, por si podemos crear una guardaría en forma de biblioteca, pues la idea resulta apetecible cuanto menos.