El mundo está hirviendo y padeciendo un síntoma que afecta de forma peliaguda a la sociedad mundial, que va evolucionando siguiendo las directrices de lo que sería una Tierra moderna, pensante y ejecutora de políticas sociales que tratan de servir a su propio interés. El poder político, no hace más de medio siglo ha ido acercando a la mujer a un lugar destacado, pero hoy nos encontramos con la pérdida de las elecciones de quien hubiera sido Presidente del Gobierno de los Estados Unidos: Hillary Clinton, quién como mujer ha perdido su oportunidad de demostrar su valía. Sin embargo ha sido Trump quien ha tomado posesión con fiesta y boato en ceremonia religiosa, y danzando al son de “On my way”.
Pero, ¿hasta dónde puede llegar la mujer en su trayectoria defendiendo la igualdad de sexos?
Gran Bretaña se personaliza en forma de fémina la capacidad para tener las riendas del poder ejecutivo con Theresa May como “Primer Ministra”
Otras mujeres han representado grandes dotes para la recta ejecución de la política y la economía internacionales, así como otras presidentas repartidas alrededor del mundo.
Nuestro mundo, en ese hervir y bullir provocado por cuestiones políticas, presenta una civilización que se va adaptando a los cambios: mientras la toma de posesión de Trump, millones de mujeres han salido a la calle por toda la geografía en que se destaca una inquietud por el cambio social que implica que la mujer alcance cotas de responsabilidad política con gran poder fáctico.
Estamos atentos al desarrollo de las circunstancias mientras pensamos en el futuro… ¿hasta dónde llegará la mujer?
Es ante las cuestiones de carácter religioso, en las que no se manifiesta una evolución desde esta perspectiva: ¿Son sólo los hombres los que representan a Cristo?, ¿hasta qué punto, la existencia de una mujer como Presidente de EE.UU. o la existencia de una cabeza guía del cristianismo puede ser conferida a una mujer?
Quizá esta última pregunta se vaya diluyendo en el aire que respiramos, tratar de darle explicación nos lleva a considerar que si bien Dios se hizo hombre lo hizo concebido por la Virgen María… y es que hay cosas en el género humano inmutables. El sexo y sus peculiaridades bien masculino bien femenino no cambiarán bajo ningún intento de encontrar una igualdad que los compare pues el rasero tiene sus propias características sea un varón o un hembra.
El papel de la mujer en la Iglesia tiene su valor y si bien hay escasez de seminaristas, también las féminas religiosas escasean.
Es quizás el papel que mayormente representa la mujer como un icono de belleza, capaz de ser valorada por una imagen física superior en belleza a la de la mujer corriente capaz de copar puestos de especial relevancia e importancia.
Estas mujeres parece que lo tienen fácil, sus cualidades como el don para la música y el baile, la caracterización y personalización del teatro… como “vedette” de la farándula que si bien se muestran libres de problemas económicos durante un tiempo, a veces buscan solucionar sus problemas pecuniarios buscando una alternativa, por ejemplo sacar partido a un suceso acaecido cuando estaba en pleno apogeo de atracción a través del chantaje, al señor (relevante y poderoso) con quien mantuvo un flirteo. De esta manera hace de su vida por suerte o por desgracia un gran negocio.
Algo que nos gusta mucho más por ser cuestiones que nos planteamos, la mujer de hoy en día, las mujeres “corrientes”, es encontrar un equilibrio entre la vida laboral y la vida familiar.
Son las familiar de la clase media las que dan de sí, todo lo que pueden. Pierden sus ratos de ocio, no encuentran momentos para descansar: el marido, los hijos, la casa, el trabajo, al final de la jornada quedan exhaustas… son muchas las ocasiones en que no todo su trabajo no le permite conciliar el sueño.
Madre no hay más que una, mamá es la amamanta a sus crías y ¿habrá alguna vez “Mama”, para la Iglesia?… ésta es una figura retórica con ello no pretendo sino dejar la cuestión sobre el tapete esperando hasta ver que derroteros nos van mostrando historia n su evolución humana.
Todo esto surge de la necesidad de comprender la historia y los grandes hechos de la humanidad. Al final del Siglo XX, se comentaba si podría ser realidad que un Presidente de Estados Unidos fuese un hombre negro, un ser de raza de color, cuestión que se hizo real durante los primeros años del Siglo XXI, también se comentaba si habría un representante del sexo femenino, parece que de momento la historia tardará aún en concebir a una mujer como cabeza pensante de América, también se oía presagiar la posibilidad de un Papa de color o una mujer. Quizá sólo se cumplan algunas de estas perspectivas, pues hay cosas que la tradición tiene como valores que hacen del hombre y la mujer seres necesarios con sus igualdades y sus diferencias.