No sé si estamos predestinados o movidos por un caprichoso devenir lleno de suertes… ¡buenas y malas suertes!. De cualquier forma existen ciertos indicios de cómo nos va a tratar la vida. No es que yo sea o deje de ser supersticiosa, es que a veces la conciencia negativa nos lleva a observar circunstancias que indican o anuncian que la fatalidad viene con un haz de suertes positivas o viene seguida de desgracias que empiezan a manifestarse.
No quiero pasar por debajo de una escalera o ver cruzar un gato negro por mi camino. Tampoco estoy conforme con romper un espejo. Sea mucho o poco la dicha o suerte que nos toca en vida, éstas circunstancias que vamos enumerando nos alejan de la felicidad y canalizan nuestra existencia hacia una sombra oscura y poco sana que presenta la propia existencia como un cúmulo de despropósitos.
Saber cómo y cuándo van a llegar las desgracias es difícil de vaticinar aunque te echen la buena ventura o te lean las cartas, la verdad es que nada tiene un sentido cierto y seguro; y mucho menos podemos augurar las cosas que nos van a ocurrir. Si así fuese quizás serían evitables… pero creo que el futuro es impredecible.
Nunca las desgracias vienen solas, tras un momento de dolor da la impresión de ser tal el dolor que no cabe más, sin embargo, el siguiente si cabe es de mayor envergadura. También es envidiable la fortuna de algunas personas capaces de participar en juegos de azar. Es la probabilidad matemática la que parece funcionar hecha solos para unos pocos, unos pocos especiales… ¡todos los tontos tienen suerte!
No sabemos si los que tienen facilidad para ganar en juegos de azar tienen más o menos facilidad para entender lo que puede ocurrir. A todos nos gusta tener fortuna: una circunstancia para dejarse llevar de la mano de la buena suerte, pero es por casualidad, no es algo premeditado. Personalmente no me gusta la superstición, pero creo que es fácil no serlo, pues de otra manera estaría durante toda la vida buscando indicios de la verdad que me va a tocar vivir.
La vida es inesperada, en el momento en que queramos controlarlo se nos abrirán las ventanas a la predicción del futuro. Esto no es real, no sabemos qué puede ocurrir, podemos vivir con nuestros miedos, nuestras ilusiones, nuestros sueños pero los aconteceres que nos ocurren no tienen ningún comportamiento lógico y calculable, únicamente el capricho mueve nuestro destino y nos precipita hacia acontecimientos que van marcando nuestra existencia.
Si la mala suerte es creada por las brujas, el azar es fruto de una probabilidad desordenada y caprichosa y el amor no tiene lógica.
El futuro no es predecible, estamos, en estas fechas en que finaliza el actual año e iniciamos nuestra andadura en el nuevo, llenos de una magia que nos hace sentir dignos de cualquier fatalidad, o cualquier casualidad…
Las parejas de enamorados que pronto se unirán en matrimonio, encontrarán sin duda un momento para besarse debajo de un muérdago y cumplir con la tradición de calcular hasta dónde puede llegar su dicha o su gloria. Es el triunfo del amor más que la casualidad de adorar a su pareja debajo de una ramita de dicho fruto, lo que alcanza su pleno sentido.
Creer en agüeros o jugar con las pétalos de las margaritas sirve de diversión, pero queda fuera de ser una fidedigna manera de entender lo que pasa. Que te lean el tarot, o la buena ventura en la palma de la mano, es una forma de sacar partido con una perspicaz habilidad para hacer ver al interlocutor que, en vez de ser un charlatán, tiene verdaderos poderes de adivinación… un engaña tontos.
Hoy no sabemos, qué puede ser más posible, que te toque la lotería o que una mala suerte haga que te rompas una pierna. Las circunstancias vienen y van solas llenas de encanto o seguidas de una obscuridad misteriosa. El caso es que nuestro sino es el que es y sea o no interpretado por un adivinador original, la verdad es que lo que ha de pasar, pasa sin pena ni gloria.
Encontramos en el camino de nuestra existencia buenos y malos momentos augurarlos es tarea de predicción… pero lo que sabemos a ciencia cierta es que tenemos un principio y un final, el tiempo que transcurre entre ellos es la propia vida que nos toca vivir. A veces llena de casualidades, o quizás envuelta en una maldición negativa que nos traslada, en el tren de la bruja hasta un insalvable problema fortuito.
Creer en agüeros, llevar huevos a las Claras para que no llueva, encontrar una moneda o caernos de bruces son hechos aislados llenos de fuerza magnética que así sin pensarlo nos ayudan para no caer en la condena de no ser prudentes en nuestro actuar, puede que dé o no resultado… pero en cualquier caso creer en estas cosas es de personas poco inteligentes, simples y fáciles de engañar. El destino no sabemos si está escrito, lo que es seguro es que la vida sigue su curso unos con suerte y otros con mala suerte.