El otro día fui al cine y tuve la oportunidad de ver HER, que significa: “su, de ella” aunque quizá parece una traducción más correcta o más entendible: “suya”. Esta película de título escueto viene a contar bajo la estructura de una común historia de amor, una aventura romántica que va más allá, que surge de una cuestión propia de la ciencia ficción… Su trama lleva a comprender un poquito más nuestra realidad y busca mostrar el futuro. Marca las pautas de lo posible, augura unas situaciones que no resultan lejanas. Quizás ideas realizables en nuestro mundo tecnológico, gracias a nuestros avances de la técnica. De cualquier modo creíbles.
Nuestro protagonista tiene un “affaire” con un Sistema Operativo inteligente, algo que le viene a ocurrir tras su fracaso sentimental con la mujer de su vida, un divorcio cruel y duro de sentir… pero mantener relación con el avanzado softward hace que su vida (montada toda sobre algo imaginario y muy lejos de ser algo recomendable para su salud mental personal), sea una mentira, pero una mentira que le hace sentir incluso un enamoramiento hasta que termina el sentimiento de amor o la necesidad de comprensión, tras momentos llenos de detalles propios de una relación de pareja.
¿Habrá sentido placer?, nos preguntamos también si se habrá hecho dueño de sus sentimientos que es al fin y al cabo lo que hace falta tras una ruptura sentimental. El nuevo amor, (creo que nunca superará una relación con alguien de carne y hueso), fruto de una relación mágica desde los primeros instantes hace que la simpatía y la preocupación de la voz virtual parezca cubrir una carencia que nadie parece puede ofrecer al protagonista. Él se refugia, incluso lo comenta con sus amigos, en una relación con su novia, su novia no es otra cosa que un sistema informático de alto desarrollo intelectual. El problema de la historia es el hecho de que “her” no es real, por lo que la relación sexual es totalmente ficticia, se trata esta película de un film donde las relaciones de tipo carnal entre el protagonista y la voz virtual, se ven delante de una pantalla negra, sin imágenes, mientras las palabras y los quejidos fluyen y motivan nuestra inquietud por tener que imaginar lo que está ocurriendo.
Bajo mi humilde punto de vista, si el sistema operativo no hubiese querido experimentar que era eso que ella no alcanzaba a sentir, su relación habría ido por otros derroteros, pero la empatía del personaje informático, o su intento de entender qué es sentir pasión, hace que la relación no llegue a buen puerto. Si ambos hubiesen declinado de esa sensación, la relación habría llegado a ser la panacea de la relación humana también pues ambos habrían concretado que el sexo se ha de entender como la utilidad vital que tiene de procreación, cosa que si bien es verdad, normalmente está desnaturalizada en la sociedad actual, nos habría servido de reflexión para darnos cuenta de que el amor no es sexo, el amor es ante todo comprensión, compañerismo, ayuda y apoyo sentimental: esta sería la enseñanza o el “quiz” de la cuestión que nos ha transmitido este trabajo cinematográfico.
Por otro lado hay que tener en cuenta las circunstancias especiales que rodean la película que trata sobre todo del fetichismo del siglo XXI como podemos denominar esta relación en su lado más morboso, una relación de futuro incierto, dónde las ideas avanzadas nos llevan a experimentar en el afán de inventar creaciones técnicas novedosas… ¿veremos algún día ante nuestro horizonte ingenierías informáticas capaces de tener sentimientos humanos?
Otra cuestión a resaltar de la película, viene de la visión de una sociedad llena de frialdad en sus relaciones humanas, los ciudadanos pasean por las aceras de las grandes avenidas como autómatas relacionándose con aparatos y herramientas técnicas… cada uno a lo suyo, sin observar quiénes van a su lado o qué ocurre, son personas aisladas y quizás sea esa una de las posibles consecuencias de vivir en una sociedad tan acelerada y llena de alcances técnicos. Todo esto si nos paramos a pensarlo seriamente nos está llevando a vivir embriagados de soledad, dentro de una vorágine voraz donde los sentimientos humanos están taxativamente ordenados como si no nos importasen los sentires y vivires de cada día. Esa es la sensación que nos provoca la película: la de una soledad inaudita, difícil de evitar. Podemos en nuestra sociedad de consumo tener ciertas comodidades que nos ayudan en tareas de nuestro desarrollo pero, perder el contacto interpersonal o pasar por la vida como si fuéramos sólo un número, teniendo todo estructurado para facilitar nuestras actividades sin ponernos a reflexionar, que es lo que al final queda… hacen de nuestra existencia un gran vacío.
La ciencia ficción es un tema que trata cuestiones que en el futuro pueden llegar a ser realidad. Desnaturalizar el amor, llevarlo a un extremo nocivo para la salud del hombre y la mujer, o abrir la mente a nuevas inquietudes por el afán de encontrar algo nuevo, sin saber si eso nuevo es bueno… son cuestiones que nos planteamos visionando HER.
Todo esto de la creación de técnica cada vez mejor, más precisa, incluso la creación de juegos interactivos virtuales, seres autómatas con sentimientos humanos… son reflejos de una sociedad moderna y a la que parece nos vamos acercando. ¿Cuánto tardaremos en darnos cuenta de que es la soledad la agonía de principios del nuevo siglo que nos está tocando vivir?, ¿hasta dónde llegaremos?… ¡no sabemos! Pero ojalá nunca la humanidad obvie lo dura que es la vida si no tiene su parte de ilusión, su parte de generosidad y su encanto en descubrir a otros seres semejantes, de la misma especie que tienen en la comunicación su mayor inquietud, algo imprescindible para relacionarse, algo necesario para vivir.
Mª Teresa Mendoza Hernández.
Licenciada en Ciencias de la Información sección Periodismo