En la mañana de un día cualquiera trato de entender qué ocurre con la información mediática. Esto es, busco la forma de entender ¿qué es y qué significa; estar informados? Llego a la conclusión de que la cuestión no es sólo vocacional sino que se trata de cubrir un acontecer, un hecho, un suceso. Pues bien hoy (se trata efectivamente de un día cualquiera), he asistido a un acto… uno de esos que “te ponen los pelos de punta”.
Hace unos cuantos años, el año 2005 (la efeméride es terriblemente aciaga) al encender la televisión había en ella una manifestación por la libertad de un hombre secuestrado por fuerzas opuestas a la legalidad, por un grupo de hombres sin escrúpulos que no difieren entre libertinaje y derecho a la vida.
Miguel Ángel Blanco, mártir del terrorismo provocó la creación de un movimiento social, algo que viene ocurriendo entre la ciudadanía que movidos por la paz alterada y el dolor de la injusticia pintaban sus manos de blanco y gritaban “Miguel Ángel somos todos”. Aquella tarde los enemigos de la cordialidad aceptaban que habían asesinado a bocajarro a un hombre público comprometido por una causa que parecía seguir la tendencia inglesa de fin de la violencia.
Hoy, cómo vengo diciendo, la hermana de Miguel Ángel Blanco ha recordado y evocado aquel acto. También estaban el Capitán Aliste y el Alcalde de Salamanca. No he podido ver toda la ceremonia de la “manifestación por la paz” pero sí he atendido al minuto de silencio guardado para brindar a los asesinados cruentamente un homenaje y un apoyo moral para defender la democracia y el abandono de las armas de fuego.
La ceremonia fue sencilla y bonita, acorde con nuestra ciudad llena de encanto y hoy conmovida y emocionada con llantos que apelan a la solidaridad en pos de sentir una evasión necesaria para impedir que las duras y crueles circunstancias que rodearon aquél caso dejasen de pasar inadvertidos para los españoles de todo el territorio. Y es que la Madre Patria alberga y protege como hijos inocentes esta “Asociación de víctimas del terrorismo” no sólo por estar formada por personas que han sufrido en carne el dolor de la violencia y que además es secundada por ciudadanos comprometidos que no pueden olvidar aquella jornada de manos blancas, en la que un grito unánime cobraba fuerza, la llamada conciencia humana como conciencia escrupulosa que aboga y busca cuestionar los actos que superan la cordura. Los hechos que van más allá del normal entendimiento. La noticia llega en forma de manifestación con carácter social.
La buena gente que acude a los centros de concurrencia con intención de mostrar su apoyo en aquellos momentos en que el ser humano, movido por una fuerza especial, un espíritu solidario; apoyado por el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, llevan a concretar los sentimientos, de color, las penas, las desgracias en definitiva todo lo que conmociona a la sociedad en puntos de referencia en que las zonas de logística, el desarme, el ruido beligerante resuelven su significación en sutiles instrumentos de imaginación.
Y es que no solo el llorar sino también el sufrimiento por chocar contra crueldades llevan a los orates a buscar un subterfugio, a encontrar una escapatoria y a evitar el enfrentamiento con una realidad que le provoca una especie de excusa artificiosa como defensa para no caer en la sinrazón.
Mª Teresa Mendoza Hernández.