El pasado día 10 de Mayo mientras la lluvia mojaba con furia la calle, reunidos en un salón de carácter artístico, tuvimos el encuentro “Leyendo a la luz de la luna”, un concurso de microrrelatos que tiene lugar en el Barrio del Oeste por séptimo año consecutivo.
Este año el tema era LA RADIO, humildemente me atrevo a comentar que yo presenté un microrrelato el cual vengo hoy a defender. Su título es CURA RADIOFÓNICA:
«La melodía entretiene sus sentimientos y percibe con pasión cómo su pareja no está con ella para estimularle el sexo.
Al despertarse se da cuenta de que ayer había discutido con su amante: llora.
Pone atención al sonsonete que se cuela a través de las ondas sonoras y descubre como una posible solución gozar de la “satisfacción vicaria” función ésta protagonizada por algunos programas que públicamente inspiran una solución al caso pero sobretodo un desahogo
Piensa en llamar, llena de esperanza, a la radio. Oyó a su novio quién se manifestó en la misma emisora para pedirle una nueva oportunidad»
El trabajo de carácter breve habla de una pareja de enamorados sufriendo una crisis, ya sabes chico y chica sufren desengaño, chico ama chica, y chica espera chico… al final será la radio el elemento desestabilizador de una situación conflictiva.
Qué quiero decir al hablar de la Satisfacción Vicaria (parece que no termino de explicarme): me refiero y nombro, como discípula de Periodismo en la Universidad Pontificia, a esta función en concreto en la radio, mediante la cual, la persona que está en el aire esto es la que participa en la radiodifusión, y lo hace de tal forma que siente curación haciendo pública una problemática, un desahogo, al contar sus penas siente una satisfacción de catarsis. Si un problema se enzarza en tu celebro y empiezas a sentir que se convierte en una obsesión, te ayuda a sanar, te sirve para darle a cada circunstancia la importancia que puede tener.
La radio, bonito medio de comunicación. Algún trabajo esporádico. Las ondas sonoras llenas de contenido, abren al mundo real un encuentro de cada locutor, con intención de sanar a su interlocutor, escuchando y comprendiendo, entendiendo en sí mismo una satisfacción que acerca al oyente a su micrófono abierto para atenderle como se merece.