Cuando en la historia sagrada nos hablan de la creación del hombre y la mujer, no hay distinción por tener algunas características propias y que hacen a cada uno diferente. Así hay personas de color, tanto negros, como amarillos, como blancos. Hay personas con tez más o menos morenas. Sus cabellos, lo de todos no son iguales: morenas, rubias, pelirrojas, castañas.
¡Donde hay vida, hay color! Los pueblos se manifiestan ante el resto de pueblos y culturas con su propia idiosincrasia personal e intransferible.
Hoy está de moda ser multicultural en contraposición con movimientos de descerebrados y seres llenos de un falso orgullo, por creer ser mejor que… o sentirse superiores a… Ya nos dieron un pésimo ejemplo algunos movimientos racistas o xenófobos que hicieron estragos en Europa, una Europa que hoy se muestra más civilizada, donde frente a los movimientos migratorios desde puntos de todo el mundo, que se presentan con un talante problemático, trata de buscar una solución de algo que ya se convierte en algo cotidiano y natural.
Hoy son noticia las inmigraciones en Europa, durante la pasada semana, los europeos abrieron un poco sus ojos para ver cómo frente a la Isla Lampedusa se abortaba la entrada por Italia y ocurría que de unos 500 inmigrantes africanos, morían en el Mar Mediterráneo, en su viaje “a la aventura europea”, 289 seres que tras sufrir un montón de avatares y gastarse los dineros, navegaban en un barco rumbo a una vida mejor y el capitán (de origen tunecino) provocó un incendio para llamar la atención, que supuso una catástrofe de gran envergadura. Lastimosamente, no llegaron a buen puerto y perdieron todo, incluso la vida en el intento.
Ser de tierra extraña, significa tener la osadía de iniciar una nueva vida. El idioma, y la capacidad para comprender es un primer punto trascendental para abrirse hueco en lugares más ricos dónde quizás, la prosperidad espere. Llevar el sello sobre el pasaporte se convierte en ocasiones en carta blanca para ir a un país no sólo de vacaciones en condición de turistas para hacer gasto en tierra atractiva. Eso significa vivir la aventura en plan ocio y relax. Hoy es lo que nuestro país demanda. Pero ese pasaporte necesita un permiso de residencia o un contrato de trabajo para ser legal en casi todos los países civilizados, pero cuándo la aventura implica jugarse la vida es mucha la conciencia de culpabilidad que se crea.
Los africanos en España se convierten en los “top manta”, una actividad perseguida y tremendamente arriesgada. Son pocos los que alcanzan puestos de trabajo con garantías y seguridad en su “modus vivendi”
África no deja de ser tercermundista y aún hoy a pesar de nuestra mente razonable e inteligente no entendemos o no queremos entender que mueve a un hombre a arriesgar su vida, ¿es tal la desesperación en su continente de origen?, ¿es nuestra responsabilidad acogerlos? Hoy nos planteamos, y es una necesidad, si hay alguna forma de acoger a estas personas: hombres y mujeres, (algunas embarazadas) y niños en cayucos que se acercan a, no saben muy bien dónde. En España, y es algo ejemplar, Cruz Roja nos libera de cargas de conciencia y con alimento y mantas acogen a los emigrantes ilegales que se cuelan en nuestro suelo, ¿hasta qué punto es un deber devolverlos a su lugar de origen?
Es esta una tarea difícil y quizás no bien considerada por la caridad española y europea. Hay voces discordantes que solicitan que los nativos de países desarrollados busquen soluciones. También hay quienes piensan que tenemos bastante con nuestra crisis y que no tienen por qué venir los extranjeros a nuestro territorio.
Sea como sea o parezca lo que parezca aquellos lugares donde el cosmopolitismo es una característica moderna de desarrollo social, que son centros ricos en transigencia y zonas económicamente ágiles donde la riqueza cultural es característica de su idiosincrasia.
Conocer los distintos pueblos, abrir la mente a los movimientos migratorios, enriquecerse con la gama de matices culturales, desahogar sus fronteras, siendo permisivo con la entrada de personas, convierte a los países anfitriones en zonas multiculturales y vanguardistas dónde es posible creer que la sociedad moderna del siglo XXI es tan dispar, rica y adulta que se transforma en una especie de madre que protege a todos sus hijos, sean éstos como sean y provengan de donde provengan son acogidos y todos podrán convivir sin menosprecio unos a otros.
Ser africano, no es un pecado ni tan siquiera implica pobreza o falta de personalidad, ser africano puede ser una raza o un distintivo en una zona paupérrima… su lugar de origen no les aporta lo que necesitan y tienen que emigrar, pero ser africano es ante todo ser un ser humano como tal tener inquietudes.
¡Qué intrépidos y aventureros los que vienen de allá y viajan en pateras!,¡qué sufrimiento de la humanidad!
Han de ser, al menos lo que a nosotros corresponde, como país integrante de la joven Europa, los que se reúnan y busquen soluciones para esos aconteceres llenos de miseria, dolor y sufrimiento.
África está ahí y nosotros civilizados hemos de pensar cómo ayudarles pues tenemos las condiciones idóneas de inteligencia y conciencia suficientes para hacer de los africanos nuestros hermanos menores.
Mª Teresa Mendoza Hernández
Licenciada en Ciencias de la Información sección Periodismo