Reflexionar acerca del paso del tiempo puede llevarnos a aportar una explicación a la sensación de que todo pasa deprisa.
Muchas veces comentamos, casi sin darnos cuenta, lo acelerado de nuestra vida. Cuando eres un niño el tiempo transcurre sin que seamos conscientes, pero sí un poquito más despacio que cuando eres más mayor. Esto implica que a medida que vamos madurando y haciéndonos más viejos, la sensación del paso del tiempo, y sólo la sensación, es una sensación de que los años, la vida… pasa por nosotros de forma más rápida que antes a pesar de que si nos cercioramos es una cantidad constante: el paso del tiempo no manipula sus magnitudes.
La verdad es que el tiempo medido es exacto por lo que ni se acelera ni se desacelera.
¿Y, qué hay de nuestro tiempo?
Al hablar de nuestro tiempo tenemos que pararnos a desentrañar como lo medimos… desde el segundo hasta el siglo.
El tiempo es oro, y es que es tan sutil en su transcurso que no se puede dejar congelada ni una micra de segundo. Quizás nunca lleguemos a comprenderlo y sea en verdad una cuarta dimensión que el hombre es capaz de medir pero donde no existe rebobinado… el tiempo anda siempre adelante.
Al hablar del tiempo, del tiempo individual de las personas, tenemos en cuenta la fecha de nacimiento y desde ahí cada aniversario de ese día se convierte en una efeméride importante, en la conciencia de la humanidad son no ya los años que hemos subdivido en meses y semanas, sino que esa conciencia, más bien se mide en siglos.
Al final del siglo pasado, el siglo XX teníamos la idea de que aquellos que contábamos… los dos mil años después de Cristo, eran suficientes para la humanidad y nos bloqueábamos augurando catástrofes mortales que asolaban la vida terrestre, llegaba el fin del mundo y la definitiva hecatombe… en definitiva… aquella fecha era la del fin de nuestra humanidad. Hoy ya trece años discurrido del presente siglo XXI vemos que aquello del apocalipsis todavía no es nada más que literatura escandalosa para recordarle al hombre y a la mujer lo efímero de su vida…
El siglo XX es un tiempo transcurrido durante el cual el hombre se ha demostrado a sí mismo que el progreso y el desarrollo eran y serán dos objetivos vitales. Ha sido la carrera recorrida durante cien años en la que todo se ha modernizado, hemos ido más allá y mejor en todos los aspectos. Ha sido la generación de nuestros abuelos, muchos ya no lo cuentan, la que ha sobrellevado la carga de la lucha por los derechos humanos, la revolución política de la democracia, el entendimiento multicultural histórico, la creación artística propia de un estilo modernista ecléctico, los movimientos musicales más allá de la armonía clásica, le desarrollo de la ciencia y la técnica.
Dicen que en el siglo XX todo está inventado, mas no cejemos en el siglo XXI de invertir en investigación frente a los avatares que se presentan en el día a día, la lucha por la desaparición de las enfermedades, la creación de avances en todos los ámbitos… pero a la vez podemos observar un desarrollo social dónde el hombre y la mujer buscan la educación y el saber estar para convivir unos con otros.
Las fuerzas beligerantes, el terrorismo, las guerras, el dolor en definitiva, transforman al ser humano en una especie de “Mr. Hide”, que como el “Doctor Jekil” presenta una esquizofrenia que supera todo lo que por contraposición identifica al hombre como ser superior, capaz de comprender su ecosistema y respetarlo… la maldad en nuestro siglo XXI también tiene un lugar… el nuevo estilo de tener guerra… por ejemplo los camicaces terroristas…
Ya durante el pasado siglo vimos lo que podía provocar la bomba nuclear, este siglo y no hace mucho hacían estragos las armas químicas, pero lo que más nos duele no es sólo perder la vida, (que al fin y al cabo es donde todos somos medidos por el mismo rasero), lo que más nos duele es no gozar de seguridad, armonía, paz desarrollo, bienestar… El hombre lucha contra todas las fuerzas externas para alcanzar cotas beneficiosas en todos los aspectos vitales. Esas fuerzas pueden tener diferentes desencadenantes pero si hay algo por lo que el hombre se ve a sí mismo pequeñito y débil es por las catástrofes naturales.
El hombre es poderoso y tiene una serie de servicios y técnicas ideadas y empleadas para solucionar problemas, pero hay cuestiones que se les van de las manos.
A pesar de tener capacidad para ir a Marte a estudiar sus indicios de vida, es capaz de cometer negligencia y propiciar fallos que en ocasiones echan por tierra todos sus proyectos, incluso llevan a la desolación por provocar desórdenes y llevar irremediablemente al final de la existencia.
A veces pensamos cómo sería, si llegase… la tercera guerra mundial, en una guerra se crea confusión y destrucción de la sociedad… para lo cual existen las armas de destrucción masiva, pero qué ocurriría si todas las herramientas técnicas se bloqueasen, los servicios informáticos y telemáticos, la telefonía móvil, tendríamos una batalla perdida.
El siglo XXI o lo que llevamos de él es tremendamente innovador con sus adelantos técnicos, pero no es creador… puede cambiar, innovar, conjugar ideas… pero casi todo lo que somos y lo que tenemos lo hemos ideado en el siglo anterior.
Las personas mayores del siglo pasado han sido los luchadores de la vida, los revolucionarios de las ideas, hoy está estudiado, pero lo que tiene el nuevo siglo es que muchos ideales y utopías se van haciendo realidad.
Si tuviese que distinguir un siglo de otro los definiría al siglo XX como el siglo de la creación de lo ideal , y del desarrollo del pensamiento pero el siglo XXI es el momento de la innovación de ideas recicladas que se van haciendo realidad.
Mª Teresa Mendoza Hernández
Licenciada en Ciencias de la Información sección Peridismo.