En muchos lugares existen formas nuevas de celebrar la natividad de Nuestro Señor. Durante las cuatro semanas que vienen viviremos el llamado Adviento: es un tiempo que dedicamos a preparar y esperar.
Esperamos la llegada de la venida al mundo del niño Jesús, Jesús de Nazaret, allá en Belén. En estas fechas, las cuatro semanas anteriores a la Navidad queremos que esté todo a punto.
Queremos que al acercarnos a la puerta de un hogar que fue el nuestro, el quicio allí; donde está el espigón del umbral, allí donde está el dintel o muy cercano a este umbral, nos encontremos en el hogar de nuestros queridos familiares. Cuando llega la Navidad, todo es fantasía.
La televisión se pone muy “chuli” hay anuncios espectaculares, hay uno en concreto que celebra la navidad y aprovecha para agradecer el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, me refiero al anuncio de la ONCE.
Por lo general los anuncios son marketing, es ésta una técnica de los publicistas y consiste en el desarrollo de una ciencia para adquirir riqueza, esto es para ganar dinero.
Cada empresa tiene su propia publicidad, esto se presenta para ganar dinero.
Cada marca tiene su propia publicidad esto es, presenta un reclamo, pero si hay algo que celebrar, independientemente del día que sea o del evento que tenga lugar, la sensación que emana rezuma espíritu y sentimentalismo, con un espíritu lleno de buenas intenciones (como siempre se nos presentan los niños) y un llanto no de rabia y dolor sino más bien de sentimiento agradable; ¡nos hemos emocionado!, queremos llegar a la fiestas navideñas tan familiares y entrañables para felicitarnos unos a otros.
Los gastos superfluos no llevan a nada, además en estas fechas, tan señaladas en que nos gusta abrir la conciencia a los cuestiones del corazón, para que lejos de sentimentalismos o malos rollos, de ideologías absurdas y prepotentes, de amarguras y fracasos, de descontento y falta de solidaridad se hagan tremendamente inútiles y con el sentimiento y el deseo de paz y amor transcurran los días navideños infundiendo magia, felicidad y alegría.
La Navidad es tiempo de reconciliación, los espectáculos y los acontecimientos que nos llegan son fruto de todo un año de contienda y de lucha.
Pasar por el Adviento preparando la llegada de la Navidad nos hace recapacitar, reflexionar y abrir nuestros sentidos para quedar embargados, y también para encontrar en nuestras mesas, en nuestros banquetes navideños, los ricos manjares que Reyes y otros personajes de la vida social española, a través de la televisión, comparten con todos.
Es cuestión quizás de los detalles y de los momentos o momentones. La realidad es que sentirse a diario como si fuese navidad viviendo para disfrutar de la concordia y la paz es una manera de agradecer la vida que nos toda vivir.
La cuestión del marketing comercial es hoy un regalo, es como un obsequio que te ofrecen, es la mirra, que con el incienso y el oro se presentan, (de ahí presente) ante el niño en el pesebre.
¿Hasta qué punto es esto real? Los comercios con la Navidad se llenan de de música y colorido, las ventas son unos de los principales mecanismos para hacerse con los caprichos y aquellas cosas que te hacen feliz, eso del marketing, forma parte de la ciencia de las falacias, de la deslealtad a ti mismo, pues inventan trampas para timar, para romper con el equilibrio. Creo que esta crisis que nos afectó durante el pasado año, cuando nos quedamos sin parte de nuestra paga extra hizo que el ingenio se agudizara y tuviésemos que esforzarnos por no caer en la tentación de sisar y llenar las cajas de caudales.
El esfuerzo ha sido importante, la felicidad volverá a nosotros como si de una ilusión se tratase. Hemos sido buenos y todo será gozo y deleite.
Este año la Navidad vendrá a nuestros hogares, a nuestras vidas… si Dios quiere, y no nos faltará un mendrugo de pan, tampoco miramos por la ventana para espiar al vecino sino para ver si este año caen los copos de nieve, o si las luces y las canciones suenan o incluso, si las tradiciones continúan.