LA FUERZA DE GRAVEDAD

Encontrar el equilibrio o buscar un centro de gravedad permanente puede resultar ser una demostración tan absurda como fácil o posible como cuando a Newton se le cayó la manzana, y descubrió la teoría de la gravedad.

Así, a través de la capacidad de observación se puede acercar un significado a lo que miras cuando la mente que entiende tu pensamiento hace que el cerebro funcione y alcance a sacar una conclusión en forma de pensamiento que se traduce con la lógica matemática en una realidad tan curiosa como importante.

La tierra tiene su fórmula de la gravedad, no es más que la forma matemática de entender que las cosas no están flotando sino que son atraídas a pesar de la forma esférica de nuestro planeta. Aquél pensamiento de Newton puede acercar a la manzana un significado pero, ¿qué sería de la Tierra si éste no tuviese una atracción hacia su propia superficie?

La Tierra parece ser verdad, es capaz de moverse pero no pendiente de la gravedad. Presenta dos movimientos, la rotación que gira sobre sí misma y la traslación que implica dar vueltas alrededor del sol… ¿cómo entender ambos movimientos?

El mundo es perfecto, su movimiento se traduce como el paso del tiempo, algo que transcurre dejando en esencia una experiencia, la experiencia es empírica, pero la observación le lleva a obtener conclusiones al llegar a un resultado que por observable se convierte en medible, hace que la realidad sea más bien un encuentro de algo en estado puro que por la experiencia puede llegar a significar un dato o un sutil detalle que te indica la situación física o química de algo que en conclusión verifica una constante o una realidad empírica relativa.

Sea como fuere el hombre y la mujer caen en la cuenta de que la realidad es tan palpable y entendible que su significado es traducible en vocablos o expresiones que alcanzan desde la semiótica: “la ciencia que estudia el significado de los términos no en el sentido del concepto sino en el sentido del entendimiento de lo que nos es abstracto”, pero que se estructuran para ser traducidos por el lenguaje o el habla de los seres humanos, en gramática y sintaxis creando con expresiones formadas por palabras que encierran el significado en los llamados conceptos que se pueden definir con palabras indicando la significación palpable de algo abstracto que alcanza su propia expresión.

Explicar o explicitar puede resultar ser un trabajo un poco más fatigoso pues para declarar con lógica y significado las ideas o las circunstancias que rodean un hecho y demostrar que esto produce o provoca una hilera de significación lógica… esto es, guarda una relación para no sólo aprender sino también aprehender o alcanzar para asir con el pensamiento una realidad que se manifiesta en estado puro y que traducida al normal entendimiento deja entrever que todo lo que nos era ignoto o inconcebible tiene su propia manera de presentarse ante los distintos sujetos para hacerlos partícipes de una realidad que no las superan, en su conciencia es porque ellos: los protagonistas de la progresión de la vida, son capaces de actuar bajo las directrices de un guion idealizado o ideado por un Ser Superior.

¿Hasta qué punto el hombre tiene capacidad para preservar su especie sin darse a sí mismo una explicación viable del porqué  de su propia existencia?

El hombre como ser pensador y la mujer como ser humano con esa misma habilidad son fácilmente tenidos en cuenta como bonachones seres llenos de cultura y que históricamente evolucionan hacia la perfección.

Si a ese hombre y a esa mujer, capaces de tener vida independiente e incluso capaces de reflexionar para alcanzar un poder humano frente a fuerzas externas, los consideramos como algo superior. ¿Dónde queda la existencia de Dios?; ¿son el hombre y la mujer los iconos o representantes de una realidad trascendente… la realidad trascendente de un Benefactor Etéreo?

Creo que el hombre y la mujer que saben pensar, crear lógica, instrumentalizar el habla, llegar a conclusiones, explicar y comprobar, pueden también al reflexionar dar cabida de algo superior sin forma ni manera que le ampara ante el miedo o la desesperación de una vida que absurdamente pierde contacto con la realidad  y deja su esperanza más ulterior en manos de una idealización. No es esto nada más que la búsqueda de la explicación de lo inexplicable que deja que la razón de una humanidad común pierda su límite de lo cotidiano y manifieste un poder genuino del hombre que alcanza con la magia, con la espiritualidad y con la creencia de un más allá, un “plus ultra” que hace que la inmensa verdad sea verdad relativa y alcanzable.

Orar y laborar son los dos quehaceres diarios que dignifican tanto al hombre como a la mujer en su búsqueda de la verdad.

 

Mª Teresa Mendoza Hernández

Escritora en ciernes

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