Es posible creer que quién tiene un libro, tiene un tesoro, pero si además de un libro tienes alguien con quien compartirlo, tienes ganadas dos bazas a tu favor, por un lado la osadía de poner en común diferentes puntos de vista: de compartir sentimientos, creencias, percepciones distintas, nacido todo ello de una delicada ojeada por las hojas de un volumen que según va leyendo te va resultando familiar, y por otro lado, la relación interpersonal que fluye al estimular nuestra intelecto, nuestra psiquis… como animales sociales que somos, nos hacemos una idea acerca de quién es nuestro interlocutor, escuchando y comprendiendo sus expresiones, de tal forma que por la presentación que hace del texto compartido nos ilumina y alcanzamos a comprender: ¿quién es?, ¿cómo es?, y ¿qué aporta?
Si toda esta acción se desarrolla en la biblioteca, por parte de grupos de personas que esperan sacar partido a una reunión de más de una docena de lectores que comparten la experiencia de leer un mismo libro, reuniéndose una vez a la semana, tenemos ante nosotros un club de lectura.
Es una experiencia que te recomiendo. Tengas o no tengas mucho que aportar, sólo sentir que respetas a tus interlocutores cada uno con sus ideologías, sus convicciones, sus sentimientos, te convierte en el ser más comprensivo y condescendiente, más incluso (y haciendo más hincapié en ello), si las impresiones son contrarias, opuestas o complementarias a lo que tú mismo has percibido al leer.
Este año nos hemos reunido unas veinte o veinticinco personas (todas del sexo femenino) en un club de lectura identificado con el título, “El ruido y la furia”. La valoración a nivel personal ha resultado muy positiva. Iniciamos en Octubre nuestras tertulias leyendo “Deseo de ser Punk” de Belén Gopegui, una obra que esboza con palabras los sentimientos de una adolescente, insegura y solitaria, desencantada de todo y por todo, tema que se repite en el último libro leído en el club cuyo autor Roy Loriga, titula como “Héroes” la historia de un joven que desde su cuarto describe con un estilo narrativo que clasificamos como “realismo sucio” un conjunto de ideas inconexas que parecen tener más significado y significación en la propia personalidad del autor, falto de valores morales. En ambos escritos la música, (tanto heavy como rock) se convierte en iconos de una juventud que vive desilusionada, falta y pobre de estímulos aferrada fatalmente al sexo, o a la droga.
Esta temporada el club nos ha llevado por una serie de libros interesantes por su temática y su cualidad de literatura actual: Ruta Sepetys con su obra “Entre tonos de gris” nos presenta una historia de refugiados provenientes de la Región Báltica que pasan parte de su vida, (si bien algunos no saldrán nunca) en Gulags estalinistas (campos de trabajo en Siberia).
Juan Carlos Onetti (premio Cervantes en 1980) nos ha regalado una novela que con el título “Una tumba sin nombre”, nos presenta una serie de personajes extravagantes como una prostituta acompañada siempre de una cabra o un enterrador incapaz de asegurar quién había sido enterrada dejando de esta manera el final de la novela abierta.
El libro más denso y difícil: “El rio de la luna” escrito por Jose Mª Guelbenzu cuya lectura estaba prevista durase cuatro jornada, la reducimos a tres reuniones, pues bien la dificultad de entender la obra, ha provocado que los asiduos al club dejasen inconclusa la actividad lectora, todo lo contrario de lo que ocurrió con “La muerte de Ivan Illich” de Tolstoi que por unanimidad consideramos se trataba de una obra maestra. Disfrutamos de su lectura, pero además el debate resultó emocionante e interesante. Trata esta novela sobre las impresiones de un hombre que muere al inicio y cuyo feed-back nos permite hacernos una idea de cómo siente una persona en sus últimos días, semanas… antes de abandonar para la eternidad este mundo, valle de lágrimas antes de alcanzar, la gloria o el más allá.
Otras tres obras que hemos tenido tiempo de analizar son: “Una novela China” de César Aira, cuyo protagonista nos cautivó por su personalidad, su inteligencia y su equilibrio personal, capaz de comprar una mujer para contraer matrimonio. Una obra de Rebecca West, que habla del regreso de un soldado a su realidad tras una amnesia que no deja indiferentes a las mujeres que han significado algo en su vida. Y “El lenguaje de las fuentes” obra de Gustavo Martín Garzo que trata con delicadeza la historia de José el carpintero, padre de Jesús. Mientras leíamos su obra, Garzo hizo una presentación en el Convento de San Esteban, “los Dominicos”, adónde pudimos acercarnos a escuchar sus inquietudes y comentó que en su libro (el que nos atañe) presenta a la Virgen sin una mano por un especial sentimiento que tuvo él hacia una mujer sin mano que le inspiraba una imagen virginal.
En conclusión este año ha sido para nuestro club, un lugar de encuentro que nos ha permitido aceptar con entusiasmo una manera de acercarse a la literatura y un acicate para continuar con nuestro tesoro, acaparando lecturas de libros que nos aportan sabiduría, cultura y entendimiento, que además hemos compartido aportando nuestras inquietudes frente a obras actuales y de merecido reconocimiento.
Mª Teresa Mendoza Hernández
Licenciada en Ciencias de la Información sección Periodismo